viernes, 31 de mayo de 2013

llegar a cualquier precio, o ser radicales y reconstruir la identidad, ¿que es preferible?

Las ultimas noticias del mundo político pareciera que nos aterran y nos llenan de zozobra a los radicales, es como si estuviésemos en un barco en el punto del naufragio, y no sabemos con certeza si podemos salir a flote o no, además de no tener en claro cuál es el rumbo político que tenemos que tomar aquellos que formamos parte del arco opositor al gobierno, las últimas encuestas publicadas por las agencias más serias y organizadas del país difieren de algunas informaciones recibidas por parte del periodismo más interesado, y nos revelan algo que nos debe resultar profundamente significativo: a pesar de las denuncias y de los gravísimos hechos de corrupción denunciados, la gente no cree en la oposición, la imagen positiva del gobierno se sitúa en alrededor del 53%, y su competidor más cercano le sigue con un 30% de diferencia, pero además cuando la encuesta profundiza sobre la cuestión electoral, los números no arrojan cambios substanciales, lo cual es aún más preocupante.
¿Cuál es el problema que tiene hoy el arco opositor con relación a la política?, que la gente que se opone al gobierno actual, no solo no confía en el gobierno, sino que tampoco confía en la oposición, y que las denuncias de corrupción generalizada, no afectan significativamente la imagen positiva del gobierno, ni la intención de voto.
La oposición en a argentina se encuentra en un profundo dilema, puesto que parece que no puede encontrar una salida limpia que le permita ponerse en competencia, con el partido del gobierno, en parte porque no puede reunirse en torno a una estrategia común, porque no hay posibilidad de acordar programáticamente con sectores que no son ideológicamente afines, para muestra falta un botón, la Unión Alfonsín – De Narváez, resulto en un estrepitoso fracaso, que le ha costado al partido radical, quedar sumergido en una crisis de la que no puede salir, donde además el Dr. Alfonsín parece no comprender que su fracaso personal, del que también es parte Moreau, por su accionar orientado a solidificar su poder personal en desmedro del partido, ha arrastrado a la UCR a un abismo que parece no tener fin, puesto que no puede recuperarse del golpe electoral, y tampoco encontrar un rumbo coherente con la historia y el sentir radicales, terminando, como hace unos, opinando que es posible una nueva alianza con el Peronismo disidente, e incluso con el PRO, cuando la convención provincial de la UCR, le cerró la puerta a esa posibilidad.
La pregunta de gran parte de la ciudadanía que se opone a este modelo de concentración de poder, es ¿porque la oposición no puede unirse contra el gobierno en estas elecciones?, la realidad indica que imposible una alianza opositora tan amplia, porque debieran incluirse sectores políticos que fueron afines al modelo de concentración de poder y riqueza que encarno el menemismo de los 90, y que, aún hoy, sostienen que a pesar de la corrupción reinante en ese momento, fue el mejor gobierno desde el retorno de la democracia, obviamente es imposible cualquier clase de coincidencia con una tendencia política que provocó el masivo empobrecimiento del país.
Es así que sería reemplazar un modelo de concentración de poder por otro que quizá sea peor, y del mismo signo político, donde además el radicalismo se pondría en la posición de partenaire mudo de una fuerza política que, una vez alcanzado su objetivo, se desprendería de sus aliados sin muchos miramientos, y provocaría la caída definitiva de la UCR.
La UCR es un partido que tiene una fuerte inserción en las capas medias de la sociedad dentro de los ámbitos municipales, y que ha logrado algunas gestiones de éxito, con resultados muy elogiados y reconocidos, lo mismo en algunas provincias, donde la gestión de gobierno ha sido un motivo de orgullo para el radicalismo; como es el caso de Mendoza, donde se han realizado gestiones de gobierno brillantes; podrían ser un punto de partida excepcional, para volver ser una opción electoral viable, puesto que es evidente que la ciudadanía reclama, política y gestión, ambas cosas pueden ser demostradas por la historia política del radicalismo.
A pesar de esto sus divisiones internas, más parecidas a compartimentos estancos donde la preeminencia de un grupo dirigente es sostenida a cualquier costo, la negativa constante de alcanzar una renovación profunda y permanente de sus estructuras, sin comprender que el sistema democrático exige una dinámica que acompañe los cambios sociales, y de la política, la continua renovación de sus representatividades, los dirigentes se aferran a sus cargos y sus posiciones, impidiendo deliberada y constantemente el ascenso de una nueva dirigencia, más joven, y con una visión más moderna de lo que debe ser una nación; los que en el 83 llegaron a ocupar puestos de importancia política, tenían entonces entre 35 y 65 años, y lucharon abiertamente por conseguir el espacio necesario para poder ser protagonistas de la política, hoy esos mismos dirigentes que han permanecido inamovibles en sus puestos, tienen hoy la edad de aquellos a los que desplazaron hace 30 años.
Este patrón de falta de renovación se cumple en toda la escala política, nacional, provincial y municipal, y el partido, en estas condiciones no puede aprovechar esa dinámica política para poder salir adelante, una gestión exitosa puede ser el punto de partida para crecer políticamente, pero no necesariamente el gestor, que debe ser un elemento formador y multiplicador a partir de su experiencia, que movilice la dinámica que permita que exista un relevo natural, que continúe y perfeccione la gestión.
Como dijo Illia, la democracia es un sistema que debe perfeccionarse continuamente, y para esto necesita de la atención de sus mejores hombres formados en la teoría y en la lucha política, pero también de la apertura y participación que produce la dinámica de la sociedad en su constante avance, que provoque que el sistema mejore constantemente, en esa dinámica la Unión Cívica Radical es una pieza indispensable, puesto que la solidez del pensamiento radical, es sumamente necesaria a la hora de administrar y gestionar con contenido.
Si esta renovación no se provoca, sincera y abiertamente, sin egoísmos, sin el nepotismo del que se ha hecho gala últimamente en el partido, donde se promueva constantemente la inclusión política de personas de todas las extracciones sociales y se los aliente a participar y formarse dentro del seno del partido, para llegar a formar parte de sus organismos representativos y los cargos públicos donde el partido los necesite, fuertemente identificados con la ideología, y los principios que rigieron a la UCR desde sus orígenes como partido.
Si no conseguimos esto, la UCR se convertirá en un pequeño círculo de amigos y familiares de, y un recuerdo feliz de glorias pasadas, pero inútil para la lucha política.
Ocupar lugares, en cualquier alianza y a cualquier precio, no es saludable, preservar la identidad política, renovar el partido, y recuperar la representatividad perdida si, en el contexto actual quizá sea preferible perder una elección pero salvar todos los principios que se puedan, y establecer un punto de partida firme y cabal para la recuperación política, y si esto exige el sacrifico de toda una dirigencia, que asuma como objetivo lograr que esa renovación asegure el triunfo futuro de un partido renovado y moderno.
Esa es mi opinión y mi convicción, en lo que a mí respecta trabajo y trabajaré para esto, obviamente que puedo estar equivocado, pero por lo menos intento que esta idea política que mis padres supieron encender en mí, siga prendida, y pueda ser una luz de esperanza para mi nación.
Carlos Eduardo Gowland

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